"Y así descubrí al Cristo de los Buzos...

Salimos a las 8, casi amaneciendo, y subimos al Roldán por el zig zag. Llegados arriba, bajamos por la antigua carretera de acceso a la batería, también en zig zag; hasta que un desvío a la derecha nos adentró  de lleno en la senda salvaje de la naturaleza. Avanzamos por ese sendero hasta girar a la izquierda y casi toparnos con una roca en medio de tanta belleza... y en lo alto... una cruz ( la cruz de los buzos ), que parece estar sola, pero no lo está, pues es visitada constantemente por deportistas, senderistas y cartageneros. Una cruz que sigue alli cuando nos marchamos, inundada de ese mar y esas montañas, de esa paz.  Alli disfrutamos del silencio, de la naturaleza, de la belleza de unas vistas impresionantes y únicas, y dando gracias por ese instante comenzamos el camino de vuelta. Miramos atrás, y pensamos sin hablar: Quiero volver otra vez".