Atadas y dirigidas por robustos e inflexibles palos, así crecen estas palmeras, sin un ápice de libertad. Quizás es la única forma de que no se tuerzan, pero en el proceso pierden parte de su identidad.
Atadas y dirigidas por robustos e inflexibles palos, así crecen estas palmeras, sin un ápice de libertad. Quizás es la única forma de que no se tuerzan, pero en el proceso pierden parte de su identidad.